viernes, 6 de febrero de 2009

LOS VIAJES QUE DUERMO

Me encanta dormir, es algo que para muchos es una perdida de tiempo, porque se te escapan las horas de ojos abiertos en donde se hace la vida, y estoy de acuerdo, pero cuando cierro los ojos y dejo el cuerpo bien arropado por mi trocíto y salto a ese mundo paralelo de ojos cerrados, donde sin dejar de ser tu, sin necesidad de billete, de espacio, o tiempo los límites desaparecen, no puedo dejar de vivirlo con la misma intensidad que mi día a día a pie.
He planeado al ras de un mar plateado y en calma, para terminar jugando con un bebe de ballena blanca en su orilla. He volado por encima de tierras de cultivo con labradores sembrándolas, cubriéndose de la fuerza cálida del sol con grandes sombreros de paja...
Otras anduve por el desván de los recuerdos olvidados, y otras por el pasado organizado fantásticamente.
He ido al futuro, y luego me lo encontré en la vida de ojos abiertos, he conocido a personas antes de verlas, y he ido a otros lugares que no se si existen, o existiran.
Me he encontrado con personas que ya no están, a las que he podido nuevamente sentir, y he convivido con otras que ni conozco pero que en ese lugar onírico eran parte de mi y de mi vida...
Me han llamado siempre la atención los sueños, su realidad mientras estamos en ellos, una realidad igual a la de este momento, y tan solo con una diferencia, que de esta no despertamos y tenemos la sensación de paso de tiempo y de no despertar, y las otras que en algún momento volvemos. Es por eso por lo que le damos menos valor, pero en verdad, cuando andamos por los sueños, sentimos y lo vivimos igual que los momentos despiertos.
No tengo muy clara la diferencia, de echo hace tiempo que no la busco, son dos formas de vivir, y están ahí las dos. Vivimos unas horas despiertos y otras dormidos, una es una realidad mas densa, pesada, con mas limitaciones y a la que damos más valor, y otra mas ilimitada, donde cualquier cosa es posible, incluso volar pero que por ser corta, fugaz y difícil de mantener, atendemos menos.
Así cada mañana, necesito unos siete toques de despertador para volver y coger fuerza para mover mi cuerpo, unos cuantos besos y abrazos de mi trocito que con impaciencia espera que aterrice, y un cafelito para hacer que mis pasos cojan temple.
Lo quiero todo, las mañanas que me ha enseñado a disfrutar mi niña, y los viajes que duermo cada día, donde sin limite puedo expandir todo lo que soy y puja por vivir...lenta o fugazmente pero viviiir...

1 comentario:

Clarita dijo...

Gracias cielo por visitar el pequeño espacio de mi vida y darme la oportunidad de descubrir un blog hermoso como el tuyo, me he sentido muy al lado tuyo en lo q escribiste!!volveré sin duda!
Gracias, un beso enorme