sábado, 1 de noviembre de 2008

LA MUSICA

Hay viajes que haces a la velocidad del sonido, tan pronto como escuchas alguna nota que entra por tu oído y llega en instantes a lo mas hondo de tu recuerdo, de tus vivencias. A la música le ocurre lo mismo que a los aromas, que te transportan a un lugar, a una situación, a un momento ya vivido y que tu cerebro no le dedica tiempo en tu momento presente.
Sin más, sin formulas, sin álgebras complicadas, se nos demuestra que el tiempo tal y como no lo dan a conocer, no existe como tal. Tal vez seamos en esencia notas musicales que vibran en distintas frecuencias según el lugar donde nos encontremos. Tal vez sea la explicación mas adecuada al fenómeno de los grupos, de las relaciones humanas, la respuesta al porque existen seres que son uno contigo, donde la afinidad es automática, y porque con otros el rechazo y la incomodidad hacen que no puedas mantenerte cerca de ellos.
La vida de cada ser podría ser una gran partitura donde de forma natural, añadimos las notas que junto a nosotros hagan un maravillosa música, tan especial, tan esplendida, que nos haga llenarnos de los sentido nunca antes vividos.
No importa cuantas partituras rompamos por equivocarnos de notas, que al escuchar mas detenidamente fueron discordantes. Todo vale, menos dejar de soñar.
La música nos une mas allá del tiempo y del espacio, nos hace evocar momentos que se han quedado para siempre con nosotros.
Esa es la magia, vibrar, sonar, dejarte llevar por lo que sientes y no por lo que piensas.
Dejemos al pensamiento haciendo su verdadera función, dejemos que sea el ancla para no perdernos flotando en el infinito, dejemos que sea la herramienta para lo cotidiano, para lo racional, pero no creemos nuestra vida a su antojo. Seamos dueños de nuestra vida, dejando un rincón libre de naciones, crisis, trabajo, política y dinero. No cambiemos los términos, creamos ese día desde ese lugar, entonces vamos a dejar que los pensamientos se alíen con la vibración de nuestra verdadera vida, la que hemos venido a vivir, no la que nos hacen creer que vivimos...

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