jueves, 27 de noviembre de 2008

A UNA PENA

Hoy vengo a contar una historia que me ha sobrecogido, y se lo dedico a la mujer que me ha dado la oportunidad de escucharla, de entenderla, y de confirmarme que somos algo más que lo que miramos al espejo.

Llegó a la consulta esta mañana una paciente que la conocía de verla por la clinica, pero de no haberla atendido. Estaba en el sillon y mientras le atornillaba un trabajo que se está haciendo en la boca veo que comienza a llorar. Lo primero que pensé fue que le había hecho daño, así que le pregunto pero la respuesta fue negativa, no le había hecho ningun daño. Entonces le pregunte cogiendola del brazo, que que le ocurría, y me dice que es la canción que sonaba, que su hijo la escuchaba mucho, que había muerto con 24 años, y que aunque habían pasado 3 años, el dolor aun era muy grande.

Me cuenta que era hijo único, que en la familia fue un golpe muy grande, que su padre murió un año mas tarde, y que los dos pilares de su vida en un mismo año se le fueron. Que su marido y ella se dejaron morir, pero que morir no han muerto.

Me llegó al alma, y sin pensarlo, sin pensar en el tiempo, ni el horario que cumplir, ni en los pacientes que esperarían me pongo a hablar con ella. A lo que yo le decía ella me dice que leyó libros sobre vida despues de la muerte, que le ayudaron a quitarse el peso de pensar en la soledad o la verdadera perdida de su hijo. Y lo mas especial, una noche estaba en su casa, desesperada, sn saber como seguir adelante, angustiada de pensar en la posibilidad de que su hio hubiera desaparecido para siempre, tenia la televisión encendida, pero no la miraba, era solo paraque no hubiera silencio, estaba casi decidida a quitarse la vida, y llorando miraba una foto que había de su hijo cerca de la televisión, y de pronto cuenta que algo la hace fijarse en los mensajes estos de movil que en los programas asoman por abajo, y leyó TE QUIERO MUCHO PITU.

Su hijo la llamaba así, pitu de pitufina, cada vez que llegaba a casa, se lo decía haciendole una sonrisa de payaso y abrazandola, cuando venía muy contento.

Sintió que era un mensaje, porque era demasiada casualidad, supo desde lo mas profundo de su ser que su hijo se había comunicado con ella, que era un mensaje.

No volvió a tener esos pensamientos, no volvió a sentir la desesperación, algo se le tranquilizó por dentro, sintió que su hijo estaba ahí en algún lugar esperando, feliz como cuando le decía ese hola pituu, con su sonrisa, haciendo el payaso, abrazando a su madre.

Hoy le queda ir aceptando la distancia, el no poder verlo, ni abrazarlo, pero sabe que existe, que sigue siendo, que es, aunque no lo vea, aunque su cuerpo ya no exista, el si...y no lo ha perdido...

Se despidó de mi dandome las gracias por ser tan sensible, y me dió un beso. Este es mi regalo del día. Hoy le dedico mis palabras y este momento a esa señora, y le digo, gracias, gracias por enseñarme algo más, gracias por confirmarme lo que cada día tengo más claro, con toda mi alma gracias señora...

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